Su nombre, de origen hebreo, significa ‘La señora’ ‘La dama’ ‘hija adorada’. Es una mujer organizada, responsable y trabajadora. Tiene una naturaleza muy práctica y realista, y tiende a cuidar y velar por los que tiene a su alrededor. Intuitiva, decidida y temperamental.
Con un gran sentido del deber.
Empezó a jugar al ajedrez muy pequeña. Sobre los 11 o 12 años le enseñó su hermano Lucas, probablemente para tener a alguien con quién jugar. Se iniciaron con el Manual de Ajedrez de Roberto Grau.

Él tenía más posibilidades que Marta, porque en aquella época no había ningún sitio donde pudiera ir una cría a aprender o a jugar. En Santa Cruz no había clubes, pero si varios bares dónde se jugaba ajedrez rápido y ahí era impensable que una chica pudiera entrar.
En especial el Café Palermo, al lado del teatro Guimerá, hoy desaparecido. Poco a poco, y según fueron mejorando, se federaron. Empezó a jugar torneos y en los de equipos logró subir de categoría hasta llegar a Primera.

Ni que decir tenía que durante mucho tiempo fue la única chica que competía en torneos federados. La miraban como un bicho raro y muchos se ofendían bastante cuando les ganaba.
Su primer club fue el “Transportes Martín”. Patrocinado por un empresario, D. Luis Martín, que incluso les dejó un buen local en la calle Enrique Wolfson. Fueron años de bastante estudio y esfuerzo, entre el colegio y el ajedrez, pero de muy buenos recuerdos. Tenían un grupo de amigos ajedrecistas: Juan Correa, Antonio López, Cecilio Hernández, su hermano Lucas, las hermanas de los otros jugadores….
Al estar federada ya empezó a competir para clasificarse para los Campeonatos de España Femeninos.
Jugó seis, gracias al apoyo de sus padres: Zaragoza 1974 (con 15 años), Sevilla 1975, Zamora 1976 (fue su mejor resultado: quinta empatada con la tercera), Alicante 1977, La Toja 1978 y Vic 1979.

Grandes jugadoras en esos torneos como Pepita Ferrer, Nieves García, María del Pino García, María Luisa Cuevas… En La Toja se jugaron por primera y única vez los Campeonatos de España femenino y absoluto simultáneamente y fue ahí donde conoció a su marido, José Luis Fernández.

Se casaron poco tiempo después y vivieron en Tenerife durante su último año de carrera de Magisterio, pero enseguida se trasladaron a Barcelona porque era dónde únicamente se podía vivir del ajedrez en 1979.
A José Luis le fichó la UGA (Unión Graciense de Ajedrez), en ese momento ella solo ejercía su profesión esporádicamente.
Fueron años estupendos y bastante bohemios, iban a torneos donde José Luis consiguió sus primeras normas para llegar a GM. Tuvo la oportunidad de ver jugar a los mejores Grandes Maestros del momento. También tuvo el privilegio de conocer en persona a D. Arturo Pomar, que jugaba en el mismo club que José Luis, incluso fueron al Campeonato de España por Equipos que se jugó en Torre del Mar en Málaga con D. Arturo Pomar entre sus filas, quedando campeones finalmente. Marta recuerda aun sus manos al mover, -eran pequeñas, muy blancas y parecía que acariciaran las piezas en cada movimiento –nos cuenta con un brillo especial en sus ojos.

Después nacieron sus hijos, tuvo dos, cuando sólo tenía al mayor aún iba de viaje con él (Castillo de la Mota, Valladolid, un cerrado por la Hispanidad en Marbella el Zonal que jugaron José Luis y el sevillano Manuel Rivas etc.).
Al nacer su segundo hijo ya era imposible continuar con esa vida.
En ese momento empezó a buscar trabajo en Tenerife, y José Luis, ya Gran Maestro, continuó su carrera como deportista de élite. Se establecieron nuevamente en la isla donde ella logra una plaza de funcionaria, y él comienza a trabajar para CajaCanarias como director del Club de Ajedrez, en el que aún continúa.
“La vida de un jugador profesional es dura. Sólo se puede vivir del ajedrez si eres de la élite o te dedicas a labores de entrenador o docente a través de un club o una institución y aun así muchas veces ni eso”. –nos cuenta.

También dedicó algunos años a labores federativas llegando incluso a presidir la federación Insular, pero poco tiempo.
“Una labor que requiere mucha dedicación y pocos agradecimientos, al contrario, muchas críticas” -nos cuenta.
Poco a poco tuvo que relegar el ajedrez porque la realidad se imponía. “El trabajo y los hijos requieren tanta dedicación que no hay tiempo para estudiar, preparar y jugar torneos. Quizá si llegas a GM y vives en otro país… pero en España no creo, ni antes ni ahora”.

Pero el ajedrez siempre ha seguido en su vida de una forma u otra.
– “Las chicas que ahora juegan ajedrez, la verdad, son privilegiadas comparando con mi época de jugadora. Los Campeonatos de España Femeninos eran un atraso. Te puedo contar que, en ellos en la entrega de premios, y con el beneplácito del Director Técnico de la Federación Española, Román Torán, se elegían Misses entre las jugadoras, y te daban premios a Miss Simpatía, Miss Belleza… hasta que un año se organizó un plante y un revuelo tal que aquella bobada se acabó. También se acabaron, con el tiempo, los Campeonatos femeninos, unos campeonatos dónde apenas aprendías nada, y te miraban de forma condescendiente y con un paternalismo feroz. Para aprender y progresar, hace falta mucho estudio, mucha preparación y muchos torneos dónde tus rivales no estén condicionados por si eres hombre o mujer y medirte con ellos, con los más fuertes, de tú a tú, si ganas, estupendo y si pierdes aprendes mucho de tu rival y de tus propios errores. Así es como se progresa”. –


Firme en sus pensamientos con una manera muy definida de percibir el mundo, valiente, pero nada conformista. Con marcadas habilidades comunicativas. La fortaleza de Marta reside en su voluntad para imponerse retos y la persistencia que tiene para verlos realizados.
Y sabe bien que la mejor medicina es tomar consciencia de que, a pesar de las tremendas dificultades de la vida-inevitables- siempre se dispone de una reserva increíble de resistencia y fortaleza, y de ajedrez, porque no.
