Nadie puede negar que nuestro Campeonato de Tenerife por Equipos se está preparando para dar a luz a los nuevos campeones de las distintas categorías.
Cada sábado se movilizan en Tenerife treinta y nueve equipos, un total de ciento cincuenta y dos jugadores, con blancas y negras o con negras y blancas.
A falta de tres controles antes de provocar el parto empezamos a preparar, organizar y en definitiva a aprovechar.
Aprovechando cada rayo de luz blanca cuando te asedian, te acorralan, te olvidas.
Aprovechando el despiste del rival y la sonrisa de Buda.
Aprovechando cuando salen las jugadas y se cuelga el tiempo.
Aprovecho buscando y rebuscando lo mejor de mí.
Es inevitable echar la vista atrás. Las jornadas que han pasado nos han hecho madurar, en medio de pequeños retazos juveniles de la adolescencia de nuestro ajedrez de la primera y segunda ronda, perdura el olor a pólvora de nuestra lozanía, allá por la quinta y sexta ronda.
Quizás ahora aparece la primera línea de nieve y congelación sobre las cimas de nuestra alma cuando llegamos a la madurez.
No sabemos el resultado final, pero intuimos lo que se puede sobrevenir.
En Preferente: Círculo de La Amistad pierde con Canarias 64, Piratas pierde con Rey Ahogado, Caissa pierde con Ébano y Sauzal gana a Los Realejos.
En Primera: Recreo pierde con Fundación, Ébano B gana a Victoria 94, Caissa pierde con Playa San Juan y Sauzal B empata con Al Shah Mat B.
En Segunda: Chiñaco pierde con Fundación B, Piratas pierde con la Victoria B, Santa Úrsula pierde con Ébano C y Aurora pierde con Realejos C.
En Tercera: Arona gana a La Caja C, Laureles gana a Playa San Juan, Benito 2014 gana a Al Shah Mat D, Escaque A2 pierde con Ébano Viña Nava, Icodense empata con Sauzal D, Badnor B pierde con Sauzal C, Caissa Enroque pierde con Ébano D y descansa Canarias 64 B.
No es aun tristeza, ni felicidad, ni amargura, quizás algo de melancolía lo que nos suscita esta madurez que nos ha dejado la undécima ronda, es más bien un imperativo de la verdad de lo que puede ocurrir.
Nuestra voluntad gira en redondo aprovechando todo, desaprovechando nada, tratando de quemar los restos del naufragio en plena mareada o guardando la madera de los caídos bajo nuestro escuadrón.
Siempre mostramos nuestro mejor lado, queremos ser cada semana el héroe de la jornada, el personaje romántico que la novela idealiza, el justo, el fuerte, el valiente.
Ahora, de pronto, sin dejar de creer que todas esas cosas son tal vez las mejores, empezamos a querer ser nosotros; en esta isla entre otras múltiples cosas, jugadores de ajedrez.
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