Llegamos al final de esta travesía que empezó allá por enero. Muchas cosas han pasado por estos lares, muchos párrafos y frases, concretamente más de siete mil palabras.

Unas palabras absolutamente dedicadas a cada uno de los integrantes de los 39 equipos de Tenerife, a dar valor a la posición jerárquica que ocupaban dentro de sus escuadrones.

 Brindadas a la importancia de su granito de arena, palabras para sumar y construir. Palabras para la mochila de la vida.

Ahora es momento de recordar la primera vez que pisamos la arena, esa sensación de estar andando sobre las nubes. Sentíamos cosquillas en la boca del estómago, la emoción del momento, la incertidumbre del futuro en ese instante que ahora es pasado.

Cada semana podíamos pasar de la suavidad de la arena blanca sobre un tablero amigo a la arena rocosa del tablero hostil. Esa sensación de perder la concentración, distraer la mirada y entonces sentir la embestida de la ola sin avisar.

Esa ola de mar nos trajo un barquito. Era una concha de coco partida a la mitad. La secamos y fue a parar a la alforja, junto con unas piedras de colores encontradas mientras atravesamos la playa. Recorrimos la playa entre arena blanca o arena baldea. Pasaron delante de nosotros, adelantando por la derecha o la izquierda, mientras seguíamos el camino que tocaba asumir. Quizás se alejaban demasiado, pero estar pendiente de ello no nos dejaba ver lo más importante.

Llegando al final, con poco aliento y las plumas mojadas del salitre del mar, nos pudimos dar cuenta, con certeza absoluta que habíamos hecho un camino de huellas, profundas, marcadas, insondables.

 Así que independientemente del resultado ha valido la pena.

El mar, que había subido, también se lo llevo, preparando la próxima temporada.

¡Cómo le gusta al mar llevarse cosas!

Por fta_admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *